Insuficiencia renal primaria y secundaria

Enfermedad renal crónica

La insuficiencia renal aguda puede presentarse en todos los entornos médicos, pero se adquiere predominantemente en los hospitales.1 La afección se desarrolla en el 5% de todos los pacientes hospitalizados, y aproximadamente el 0,5% de ellos requiere diálisis.2

En los últimos 40 años, la tasa de supervivencia de la insuficiencia renal aguda no ha mejorado, principalmente porque los pacientes afectados son ahora mayores y tienen más comorbilidades.3-5 La infección es la causa del 75% de las muertes de pacientes con insuficiencia renal aguda, y las complicaciones cardiorrespiratorias son la segunda causa más común de muerte.2,4 Dependiendo de la gravedad de la insuficiencia renal, la tasa de mortalidad puede oscilar entre el 7% y hasta el 80%.3,5

En la insuficiencia renal aguda, la tasa de filtración glomerular disminuye durante días o semanas. Como consecuencia, se reduce la excreción de residuos nitrogenados y no se puede mantener el equilibrio de líquidos y electrolitos. Los pacientes con insuficiencia renal aguda suelen ser asintomáticos, y la enfermedad se diagnostica por las elevaciones observadas de los niveles de nitrógeno ureico en sangre (BUN) y creatinina sérica. La mayoría de las autoridades definen la afección como un aumento agudo del nivel de creatinina sérica con respecto al valor inicial (es decir, un aumento de al menos 0,5 mg por dL [44,2 μmol por L]).3 Se produce una parada renal completa cuando el nivel de creatinina sérica aumenta al menos 0,5 mg por dL al día y la producción de orina es inferior a 400 mL al día (oliguria).

Prevención secundaria de la enfermedad renal

La creatinina y el FGe en un individuo suelen ser bastante estables. El deterioro de la función renal requiere una evaluación rápida. Tenga en cuenta que las orientaciones sobre la estadificación y el tratamiento de la ERC que se exponen a continuación sólo son aplicables a los pacientes con una función renal estable.

La evaluación inicial de estos pacientes debe realizarse en el ámbito de la atención primaria para la mayoría de los pacientes. El objetivo principal de la evaluación inicial es identificar a los individuos con riesgo de enfermedad renal progresiva.

Si la evaluación se precipita por el primer descubrimiento de un nivel elevado de creatinina sérica, es importante asegurarse de que la función renal es estable. Los análisis de sangre previos, si están disponibles, le darán la respuesta. Si no se dispone de análisis de sangre anteriores, y el paciente se encuentra bien sin otras características preocupantes (por ejemplo, potasio elevado, síntomas de obstrucción del tracto de salida de la vejiga, hipertensión grave), repita la prueba en un plazo de 14 días. Los pacientes con deterioro de la función renal requieren una evaluación rápida.

Algunos pacientes necesitan una investigación más profunda cuando hay indicios de que la progresión a la insuficiencia renal terminal (estadio G5) puede ser una posibilidad. Estos pacientes deben ser remitidos al servicio local de nefrología. Los indicios de progresión de la enfermedad renal incluyen:

Enfermedad renal secundaria

En la actualidad, muchos sujetos presentan insuficiencia renal terminal y las complicaciones cardiovasculares que conlleva sin que se conozca el daño renal previo. En este informe revisamos la evidencia disponible para sugerir con fuerza que la práctica actual de prevención secundaria en aquellos con enfermedad renal previa conocida debería extenderse a la prevención primaria para aquellos sujetos de la población general que están en riesgo de sufrir una insuficiencia renal progresiva, pero que nunca han sufrido una enfermedad renal primaria. Demostramos que estos sujetos pueden ser detectados mediante el cribado de la albuminuria. La pérdida elevada de albúmina en la orina es un indicador no sólo de un mal pronóstico renal, sino también cardiovascular. Además de los sujetos diabéticos que corren el riesgo de padecer albuminuria, también demostramos que los sujetos hipertensos, obesos y fumadores son más susceptibles. Sugerimos que los tratamientos que han demostrado reducir la excreción de albúmina, como los inhibidores de la ECA, los antagonistas de los receptores de la angiotensina II y las estatinas, se inicien tempranamente en estos pacientes para evitar que desarrollen una enfermedad renal clínica y las complicaciones cardiovasculares que conlleva.

¿Es la diálisis una prevención terciaria?

Nefrología es la publicación oficial de la Sociedad Española de Nefrología. La revista publica artículos de investigación básica o clínica relacionados con la nefrología, la hipertensión arterial, la diálisis y el trasplante renal. Se rige por el sistema de revisión por pares y todos los trabajos originales se someten a evaluación interna y a revisiones externas. La revista acepta el envío de artículos en inglés y en español. Nefrología sigue los requisitos de publicación del Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (ICMJE) y del Comité de Ética de Publicaciones (COPE).

El estudio etiológico descartó procesos mieloproliferativos y otras neoplasias (sin componente monoclonal en el análisis de proteínas; proteinuria de Bence-Jones negativa), enfermedades infecciosas (serología no reactiva) y enfermedades autoinmunes. La ecografía renal demostró riñones de tamaño normal y una buena diferenciación cortico-medular. La TC toraco-abdominal mostró una masa retroesofágica de 5,6 × 3,2 × 6,8 cm, sospechosa de tumor paratiroideo, además de nódulos suprarrenales bilaterales hipodensos: derecho de 27 × 18 mm e izquierdo de 15 × 11 mm. La gammagrafía paratiroidea confirmó la imagen (Figura 1A).